Buscar en este blog

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Uluru, un viaje al interior… (parte 1)

Este viaje en realidad comenzó mucho antes de subirnos el avión. Comenzó sobre diciembre con la locura de que en Facebook había una pareja que acaba de comprar un pasaje para Febrero a Ayers Rock a muy bien precio. Al confirmar que aún quedaban 5 plazas a un precio reducido, compramos los pasajes para irnos con ellos. Sin tenerlo planeado conseguimos festejar nuestro primer aniversario de Boda con un viaje que no olvidaremos jamás en nuestra vida.


Uluru es esa roca roja tan famosa que existe en el medio del desierto de Australia. Es uno de los iconos más turísticos del país y, por ende, estaba en nuestra lista de lugares para visitar. Lo que nadie realmente es capaz de explicar es porque es tan famosa, que sensaciones te inundan al verla, esa sensación de paz y enormidad que da al verla. Lo bueno es que realmente la estás viendo todo el día, desde que te levantas hasta que te acostas te acompaña como una presencia. Siempre dije que Australia se caracteriza por tenerlo todo a lo grande, y la roca no es la excepción de la regla…. Pero no estábamos preparados además para todos los demás sentimientos conseguidos al realizar este viaje….

Para viajar hemos pedido 2 días de vacaciones en el trabajo, así que el jueves a primera hora intentábamos coger el bus que va de nuestro pueblo al aeropuerto. Quizás Geraldine no planificó bien las horas, y al ver que el autobús se demoraba un poco, no nos arriesgamos y cogimos un Uber… creímos que empezar el viaje con esa adrenalina, hacía pensar que ya nada podía salir mal… Fueron unas 3 horas y media de viaje, pero como existe hora y media de cambio horario, pensábamos que iba a ser menos. Menos mal que íbamos preparados con el estómago lleno y entretenimiento (nunca más nos pasara lo de las 9 horas de viaje a Japón). 



Al llegar al minúsculo aeropuerto de Ayers Rock, tuvimos que hacer cola para poder retirar el coche, y por esas casualidades fuimos los últimos en irnos del mini recinto. Una vez llave en mano, nos sentamos en el coche y dirección el camping… solo que en realidad no sabíamos para donde ir… lo que pensarían los trabajadores del aeropuerto al vernos pasar 2 veces por la misma calle, ni que esto fuera una gran ciudad…. Al fin llegamos al camping, pedimos nuestra parcela con electricidad y a montar las campañas antes de acercarnos a algún mirador… Mama mía que calor que hacía por allí!!!

Una vez medios establecidos (donde nos dio la gana) nos subimos al coche y fuimos al primer mirador que pillamos. Al ser todo tan plano, con un poco de altura ya tienes unas vistas impresionantes de la roca roja… Al ser nuestro primer contacto con ella, estábamos encantaditos de la vida, y eso que la roca aun nos pillaba un poco lejos.   




Después nos acercamos al parque, pagamos las entradas y fuimos a uno de los miradores oficiales para ver el atardecer. Ahora sí que estábamos más cerca y la verdad que ver cambiar la roca de color a medida que se va escondiendo el sol, es maravilloso.





Una vez de noche, volvimos al camping a ponernos listos para una de las actividades más importantes del viaje. Íbamos a un campo de luces que solo esta temporalmente en la zona. Y si bien 2 horas se nos quedaron cortas para sacar fotos y disfrutar de las 50 mil bolitas de luz, Geraldine quedo un poco decepcionada al no ver nada de nada del Uluru detrás. La actividad vale mucho la pena, pero uno podría estar en cualquier parte del mundo…







Al día siguiente nos levantamos muy tempranito que teníamos unas 3 horas y media de coche hasta llegar a King Canyon, y hay que decir que como muy malos acompañantes en el viaje nos pegamos una que otra cabezadita.
Llegamos a destino prontito y, sin más preámbulos, nos pusimos a hacer la caminata de 4 horas que queríamos terminar antes de las 12, ya que te recomiendan no estar más tarde de las 11 los días de mucho calor. Y ese día hacía calor…




Lo primero fue rellenar aguas y a caminar. No más empezar te encuentras una subidita de 3 pares de cojones. Ahora entendemos porque cierran la caminata luego, no creo que nadie sea capaz de subir tanto en tan poco con tanto calor.  Las vistas durante todo el camino son impresionantes. Sabemos que quien visitó el gran cañón del colorado, esto le tiene que parecer un juguete, pero para nosotros fue hermoso. Esa sensación de estar en otra parte del mundo, rodeado del cañón “y colorado”… mires por donde mires…







Como campeones que somos, terminamos el recorrido en unas 3 horitas y algo, entonces aprovechamos que aún era pronto para hacer el recorrido desde abajo. Es decir, caminar por en medio del cañón. Si bien el recorrido es de lo más sencillo, la verdad que no aporta mucho…

Así que como todo lo que hacíamos lo hacíamos corriendo, nos subimos al coche y camino para el camping a ver si llegábamos a ver los bailes aborígenes que habían a las 4. A pesar de las 3 horitas y media de camino, llegamos a ver los bailes y hasta tuvimos la suerte de que los chicos pudieran mostrarnos sus dotes bailarines….



Al terminar el baile nos fuimos a la piscina a refrescarnos hasta que se hiciera la hora del atardecer, que íbamos a ver el Uluru en otra plataforma diferente. Justo al lado opuesto.
Este atardecer, a pesar de ser el primer lleno de moscas molestas, muy moletas… en que Helios hizo uso de su nueva red anti moscas… fue muy especial porque no solo podías ver el cambio de color de Uluru sino que a su vez se podía apreciar a lo lejos las Olgas…




jueves, 12 de enero de 2017

Sydney Y Tasmania

Ya estamos en nuestra nueva ciudad. Las 2 primeras semanas las teníamos en un Hostal hasta que conseguimos una casa que se pudiera llamar hogar. En nuestra segunda noche ahí, nos tocaron la puerta y nos ofrecieron trabajo temporal en una fábrica de cojines. Al principio solo para una chica y luego para los 2. Ósea que el que dice que el trabajo no toca a tu puerta no estuvo en nuestro hostal jajaja.

A partir de ahí nos mudamos a las afueras de la city, al barrio chino, prometemos que no lo hacemos apropósito, pero se ve que es el barrio que mejor nos trata porque siempre queremos vivir allí.
Los primeros meses fueron muy ajetreados con el trabajo, y además tuvimos problemas en nuestra primera casa y tuvimos que mudarnos. También hicimos un viaje fugaz a Brisbane a buscar nuestras cosas y, para colmo, en el viaje se nos rompió el coche nuevo (solo nos duró una semana!!!). Trabajábamos tanto que el domingo (nuestro único día libre) estábamos muertos, asique poco conocimos de la ciudad.




Tuvimos la suerte de ver el Vivid Sídney que es cuando hacen animación de luces en la opera house y otros edificios emblemáticos.



Aprovechamos la visita de Víctor para ir a conocer las 3 hermanas (unas rocas) en la Blue montain.





Ya empezado el verano no nos perdimos las típicas Barbacoas en la playa con amigos.



Ahora, una vez que estamos más estables en nuestros trabajos (helios como informático y Geraldine como jefecita en la fábrica) es cuando podemos ponernos al día con el blog y la vida viajera.

En diciembre teníamos vacaciones obligadas, y no perdimos la oportunidad de comprar pasajes para Tasmania. Uno de nuestros viajes soñados hace tiempo.
Para no empezar el viaje muy cansados el 24 pasamos una navidad en casa tranquila. Salimos a cenar a nuestro restaurante japonés favorito y volvimos a casa a brindar.


El 25 a primera hora de la mañana nos fuimos para el aeropuerto. Por suerte al ser un viaje local, no nos hicieron problema con las mochilas, a pensar que en la de mano llevábamos una tienda de campaña con ¡¡¡piquetas!!!! El vuelo más económico hacia escala en Melbourne y allí es donde nos encontramos con Flor, una amiga de la infancia de Geraldine quien nos iba a acompañar en la travesía por la isla de Tasmania.



Ese día llegamos tarde, y después de reservar el único uber de toda la isla y hacer el checking en el hostal nos fuimos a pasear por una ciudad Hobart fantasma. Conseguimos un Fish and Chip abierto e hicimos de ello nuestra cena.



El 26 nos levantamos pronto y fuimos a buscar el coche. Una vez que terminamos los trámites, nos fuimos a comprar lo necesario para sobrevivir en caso de no encontrar supermercados en toda la isla. Nuestra parada final del día era Freixenet park, que es una península verde a 3 horitas de Hobart. Claro está que en el camino aprovechamos para hacer paradas como catas de vino con lindas vistas o intentar como locos comprar ostras.



Llegamos al National Parck un poco tarde. Una vez comprado los tickets necesarios para poder visitar todos los parques de la isla, comimos unos sándwiches (para tener energías), dejamos de jugar con los wallabis del parking y nos pusimos a caminar. 



A pesar de que ya era un poco tarde, nos animamos a hacer la caminata de 4 horas que pasa por el mirador y las 2 playas. La verdad que a pesar de que en el viaje nos llovió un poco, el tiempo aclaró y nos hizo un clima de lujo para poder disfrutar de unas playas hermosísimas. Esa noche la pasamos en un camping gratuito cerca, llamado friendly beaches y seguramente se llamara así por los animalitos simpáticos que hay para recibirte.






El 27 teníamos que seguir viaje hacia el norte. Aprovechamos la mañana para conseguir esas cosas que nos moríamos de ganas de hacer en la isla: como comer ostras, comprar buen aceite de oliva o un buen queso de la zona.




Finalmente llegamos a la hora de la comida a Bay of fire, y aprovechamos las barbacoas de la playa para hacer una rica carne de esas que abundan en este país.




Después de comprar unas frambuesas caseras en una casa-granja, nos dirigimos al Bridestown Lavander Estate, en el que hemos hecho un tour de lo más simpático y aprendido bastante sobre los efectos medicinales de la lavanda. Aprovechamos para sacarnos unas fotos preciosas….



Decidimos pasar noche en el parque nacional Narawntapu o como muchos llaman Poo!! Haciendo referencia a la cantidad de mierdecitas que hay de tantos canguros, wallabis y otros animales por de la zona. Antes de que oscureciera nos hicimos amigos de todos los animalitos que rodeaban el parque y la zona de acampada.



Al día siguiente, un poco decepcionados porque se largó a llover, íbamos a dar una vuelta en coche por el parque cuando un guía se nos acercó a decirnos que iba a hacer una visita guida por el parque buscando flora y fauna!!! Imagínense la cara de Geraldine al pensar que podía encontrar wombats libres por los campos. Lamentablemente esta especie sufrió una enfermedad y el parque paso de tener 250 individuos a solo 20 que no encontramos. De todos modos, vimos 3 serpientes, miles de canguros y wallabis de las 2 razas y muchos pájaros… hasta cagadas del demonio de Tasmania!!!!






Después de la excursión, otra vez en coche hasta llegar al centro de la isla. Nuera próxima parada era el Lago Dove, pero desgraciadamente cuando llegamos estaba lloviendo asique no pudimos hacer la caminata de 2 horas que teníamos planificada. Como se nos estaba haciendo de noche y aún quedaban muchos kilómetros por hacer, decidimos omitir la parada de Quenstown y Strahan que son pueblos pesqueros y mineros, y pasamos la noche en un lago llamado Burbury a mitad de camino en un parque natural.





La mañana siguiente en direccion al Lago, nos desviamos a desayunar en un pueblo con mucho encanto.



Luego empezamos la caminata por el Lago St Clare que le da nombre al parque. Caminamos 2 horas entre vegetación y lago. Tiene un mirador para ver ornitorrincos, pero eso si tienes la suerte de ver alguno….



Ya con la excursión hecha, nos pusimos camino a Hobart. A mitad de camino hicimos parada en las cascadas Rusell que por no esperar nada de ellas nos han sorprendido. La vegetación en esta zona es más selvática y le da un aire mucho más misterioso. Como curiosidad hemos visto durante el camino plantaciones de lúpulo que usan para crear la cerveza nacionalmente conocida: Cascade.




Llegamos a Hobart para la hora de la cena y no pudimos evitar cenar unas pizzas, pero sin perder mucho tiempo que aún nos quedaban como 2 horas para llegar donde queríamos pasar la noche y no quedaban tantas horas de día.



A 10 kilómetros de llegar al camping que teníamos planificado vimos un cartel de que ya estaba lleno, o sea que con eso perdimos toda posibilidad de montar la tienda con luz. Buscando por la zona algún lugar para dormir sin que tuviéramos que volver muchos kilómetros, conseguimos que un señor nos dejara dormir en el parking de su negocio que estaba habilitado solo para caravanas con baño.
Al día siguiente nos fuimos a Port Arthur eternamente agradecido con el hombre que a las 22 de la noche nos dejó un lugar para poner la tienda.
Ese día teníamos que devolver el coche, asique íbamos con un poco más de prisa que la normal, y hemos descartado la visita a la prisión por precio y falta de tiempo. Preferíamos mucho más la caminata a los acantilados “Cape Hauy”. Es una caminata de unas 4 horas, que sin duda ha sido una de las mejores que hemos hecho en Australia. Como muchas veces decimos, Australia nos llama la atención por lo inmenso de todo, y esta camita en medio de la nada es un claro ejemplo de ello. Es impactante estar en una punta y ver el caminito finito y solitario que te espera en la parte de enfrente.



 Y cuando llegas a la punta, los acantilados y sus preciosos colores dejan sin respiración a cualquiera.


Lamentablemente, con esto se terminó nuestro viaje, asique no quedaba mas que volver a Hobart a devolver el coche antes de que cerraran las oficinas. Pasamos la noche en un hostal céntrico, que nos permitió salir a pasear por las calles ya por suerte no tan desiertas. Y además tuvimos la suerte de que los yates que parten desde Sydney cada año a Hobart justo acababan de llegar, y hacían un festival de la comida en su recibimiento. No perdimos la oportunidad de pegarnos una buena cena, con cervecita de Tasmania y buena música!!!
Al día siguiente cogimos un taxi bien temprano y al aeropuerto. Así pasamos la última semana del año. Ahora solo quedaba volver a casa y cocinar algo rico para despedir el año….