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viernes, 13 de diciembre de 2013

Bribie Island y Tamborine Park

Otras dos semanas que se pasaron volando y sin muchas novedades. Los dos sábados también fueron días laborales, ya que Geraldine trabajó en el almacén 5 horas matinales y a las 12 del mediodía comenzábamos ambos a trabajar en el hipódromo. El trabajo está muy bien porque practicamos inglés, nos socializamos con la clase alta, y encima últimamente podemos picar un poco de lo del catering... que a lo tonto, siempre algunas ostras o jamón con melón caen, jijiji!.

El primer domingo, para romper un poco con la rutina del sur, cambiamos destino y nos fuimos para el norte!. Creo que nos gusta más el sur porque sabemos mejor a donde ir, o en menos kilómetros conseguimos lo que buscamos, pero eso tiene que cambiar. Así que revista turística en mano, nos dirigimos hacia la Sunshine Coast, o lo que vendría a ser "la costa donde brilla el sol". A una hora de haber salido, sin tener muy claro cuál iba a ser nuestro destino, nos encontramos con un mercado de frutas y verduras a precios increíbles. El que dice que Australia es caro, sin duda no ha parado en ese mercado. Compramos 3 kilos de cebolla roja por 27 céntimos (9c/Kg), patatas a 50c/Kg y otras frutas y verduras a buen precio. Después de dejar el mercado y media hora más tarde llegamos a Bribi Island, donde nuestra primera parada fue en información de turismo. Allí una señora muy simpática nos explicó lo que podíamos hacer en la isla e incluso en otros sitios para futuras excursiones. Nos impresionó saber que el puente que une la isla con el continente tubo un peaje de $1 desde 1963, pero pasados 12 años lo retiraron porque ya se había terminado de pagar el puente, ojalá esto pasara también en Cataluña... 

Siguiendo las recomendaciones de la señora de información turística, nuestra primera parada fue en el mercado de los domingos. En la misma zona había un pequeño embarcadero y una playa decente, que al estar en la parte de la isla que mira hacia el continente, no tiene las olas y corrientes salvajes del pacífico. Aprovechamos para bañarnos un poquito y comer un delicioso "fish and chips" para no perder las costumbres. Seguidamente, visitamos un museo marítimo que había por la zona.



A continuación, cogimos el coche y nos fuimos a un lago precioso lleno de nenúfares, desde donde se podía observar a los pájaros autóctonos a través de una choza de madera. Cerca del lago, había otra playa en la que aprovechamos para pasear un poco por la orilla, aunque en esa playa no nos bañamos.



Después, recorrimos un poco más de la isla y nos fuimos a ver la playa este, que es más para surfistas, ya que era a océano abierto y tenía muchas olas. En esta parte, nos recomendaron ver una construcción de hormigón que se utilizó en la segunda guerra mundial para proteger el continente de los ataques japoneses, si bien la construcción no tiene mucho que ver, la simple idea nos dio mucho que pensar.
Solo nos quedaba por ver un barco hundido que cuando hay marea baja se puede apreciar, y esa fue nuestra última parada. Además de ver los restos del barco, desde allí se tenía una vista perfecta de las montañas de enfrente. Montañas que pronto iremos a recorrer.




Con eso dimos por concluido el fin de semana y la isla, que si bien la isla es mucho más grande, la mayor parte de ella se conserva como parque nacional y no es accesible para visitantes (menos mal porque es una zona donde hay muchos Dingos, que vendrían a ser como una especie de lobos).

La semana siguiente pasó igual de rápido y sin novedades. Helios trabajó en las carreras el viernes, y el sábado volvió a ser día laboral para los dos. Pero esta vez ya aprendimos y nos lo manejamos para traernos comida a casa. Para cenar teníamos la mesa llena de comida, entre ellos "pies" (tartas de carne) y muchas langostas.

El domingo queríamos tomárnoslo con tranquilidad, ya que no teníamos planes concretados, y estábamos cansados de tanto trabajar. Así que decidimos aprovechar la casa y fue el primer día que nos metimos los 2 juntos a la piscina (ya era hora, después de más de un mes y medio de vivir aquí).



Pero después de comer, nuestros compañeros de piso franceses nos invitaron a un parque nacional que está en dirección sur, y como el chico estudió sobre los animales y naturaleza decidimos ir con él a ver que tenia para enseñarnos. En una zona del parque hay una cueva con luciérnagas, pero a la hora que llegamos nosotros ya era tarde para buscarla, y por eso solo nos dedicamos a pasear por el rio y disfrutar de la naturaleza. Fue una buena experiencia y una excusa para hacer deporte.





Nosotros aun no sabemos qué haremos para navidad, ustedes ya tiene la carta a papa Noel preparada?


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